Cómo evitar callos o helomas en nuestros pies

martes, 17 de diciembre de 2013

La única opción recurrible contra los callos son los tratamientos ortésicos, uso de calzado adecuado, control médico-podológico y su mantenimiento con su quiropedista.

Los callos, como cotidianamente les llamamos, son una de las consultas más frecuentes de pacientes que desean mejorar la salud de sus pies, particularmente por el dolor que ocasionan sobre los planos cutáneos.

¿Qué son los callos?

Son una masa córnea, seca y dura, de color amarillento o blanco amarillento compuesta por células muertas, queratinisadas, impactadas y distorcionadas. En el centro de la masa, en ocasiones, aparece un núcleo duro de coloración pálida que se introduce hace el interior en forma cónica.

Tipos de callos

Existen varios tipos: Callos apicales, dorsales, interdigitales o blandos, supra digitales y callo – metatarsal, entre otros. El dolor que producen es de intensidad variable según el asiento de la lesión y el estado evolutivo del mismo.
Fases de formación

Periodo de sensibilidad; Engrosamiento de la epidermis. Los dolores son poco acusados.
Periodo doloroso o fase higroma: Se constituye la bolsa serosa, además de la hiperqueratosis superficial existen puntas córneas. La inflamación puede progresar hasta el tejido óseo.
Fase de periostitis: es la inflamación del periostio (membrana de tejido conectivo de los osteoclastos, produciéndose una reorganización de dicho calcio, anárduciéndose una reorganización de dicho calcio, anárquica en los tejidos blandos adyacentes y en la superficie ósea, lo que formará una exostosis (tumos en la superficie del hueso).

¿Por qué ocurre?
La piel de los pies es muy propensa a sufrir patologías dérmicas por ser gruesa y con más glándulas sudoríparas. Además, debido al peso que soportan, las exigencias biomédicas y el estrés producido por el uso del calzado, a menudo inadecuado, están expuestos a fricciones y presiones.
Así, los callos se forman por el uso de calzado de modelo inadecuado, lo más frecuente, y por irritaciones por las irregularidades del mismo o de materiales acrílicos como el de medias o calcetines.

Zapatos estrechos y de punta aguda:

Las posturas incómodas a las que sometemos los pies por largas horas en zapatos empinados, cerrados y puntiagudos hace que el centro delantero del pie reciba gran parte de nuestro peso creando una caída metatarsiana y, por ende, formando callos centrales muy dolorosos.

Las falanges o desde pequeños sufren también y por ello para autoprotegerse se esconden provocando que los nudillos de las articulaciones se pronuncien y sobre ellos se formen ampollas que cobrarán tejido hiperqueratinoso (engrosamiento de la epidermis) que puede llegar a convertirse en un callo apical doloroso y que da una apariencia antiestética.

Las sandalias que aprisionan creando callos dorsales:

Hay modelos de sandalias que, a pesar de ser ventiladas, sus tirillas presionan exageradamente al dedo más pequeño y crean un callo bastante considerable en grosor y dolor.

Los zapatos ásperos y rústicos

El calzado de material muy áspero, cuando roza, la fricción y el calentamiento hace que se produzca ampollas y callos.

Pies encerrados sin variar el modelo de los zapatos:

Considerando que hay trabajos en que las normas exigen un tipo de calzado, debemos tener el de repuesto para en ciertos momentos, como es el de refrigerio, alternarlos. Si los pies no tienen ventilación y están por horas en la misma postura, pueden propiciar la aparición de callos.

Diabetes, obesidad y artritis

Muchas veces, una alteración de tipo óseo puede tratarse de la una mala formación de nacimiento o hipertrofias adquiridas por alguna enfermedad que, si bien pueden revertirse mediante diferentes técnicas quirúrgicas, no siempre es posible, más aún en pacientes diabéticos que pueden tener múltiples repercusiones orgánicas y /o descontroles metabólicos.
También pacientes que sufren de artritis,, artrosis, osteoporosis o algún tipo de parálisis pueden presentar una anatomía desfavorable como, por ejemplo, el apiñamiento de los dedos, dedos en martillo o en garra, o juanetes (halux valgus); en estos casos, es muy difícil encontrar calzado flexible y suave que se acomode al pie.


Via medicamagazine.com

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