Los bebés, como cualquier ser nuevo en el mundo, son muy delicados, muchas veces vulnerables, y se les debe tener cuidados y atenciones. Dada ésta naturaleza, hay muchas enfermedades comunes que se presentan en ellos y que alarman de sobremanera a la mayoría de los padres.
El 80% (aproximadamente) de las consultas en urgencias pediátricas son debido a la fiebre, por ejemplo. Hoy en día uno de los medicamentos de más amplia distribución para contrarrestar la fiebre, por su venta libre, es el Paracetamol, que se encuentra en diversas presentaciones: gotas, jarabes, tabletas (de colores y sabores para hacerlo agradable a los niños).
Debido a las características propias del organismo de los bebés (maduración hepática y renal, respectivamente), convierte a estos en una población muy propensa a las intoxicaciones por este antipirético, especialmente entre el 1 y los 3 años de edad.
Cabe señalar que esta intoxicación es responsabilidad tanto de los médicos – por no prescribir algún fármaco alternativo para este tratamiento – como de la inconsciencia de los padres – por aplicar una dosis mayor de Paracetamol cuando la fiebre vuelve al bebé –, que recetan sin considerar los efectos.
Las manifestaciones clínicas de la intoxicación son: ictericia, vómitos, alza térmica, malestar general, hiporexia (disminución del apetito).
El diagnóstico se realiza mediante pruebas de funcionamiento hepático y renal, así también como análisis existentes para medir la concentración de Paracetamol en plasma.
Si no se trata a tiempo las complicaciones pueden ser desequilibrio electrolítico, hipoglicemia (descompensación en los niveles de glucosa), encefalopatía hepática (intoxicación por una deficiencia metabólica del hígado), falla hepática aguda, fulminante y, a un mayor descuido, la muerte.
Via .masmedicina.com
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