Las cabinas de rayos UVA vuelven al punto de mira

sábado, 23 de mayo de 2015
Sobrepasado el ecuador de la primavera y con unas temperaturas más propias del caluroso mes de julio que de mediados de mayo, se puede asegurar con firmeza que la temporada de bronceado ya se ha puesto en marcha. España, como país emblema del Mediterráneo en cuanto a calidad y cantidad de sol, es el territorio adecuado para que sus habitantes vayan a la playa, a la piscina e, incluso, a los parques y zonas ajardinadas con el único afán de lograr un color dorado en la piel con el que presumir durante varios meses.

En pleno 2015, es innegable que vivimos en una sociedad donde existe una gran presión social por estar moreno, pero está claro que con el estrés del día a día son muchos los ciudadanos que no pueden permitirse el lujo de disponer de varias horas a la semana para lucir un bronceado diez. Ahí es dónde aparecen las populares cabinas de rayos UVA, un modo económico, rápido, y eficaz de tostarse el cuerpo, pero también un método agresivo y peligroso para la salud de los seres humanos según señalan los expertos.

«Las cabinas de rayos UVA son un trampolín para el desarrollo de un melanoma, uno de los cáncer mas trascendentales que existen por su alta mortalidad, y de otros tipos de cáncer de piel como el carcinoma espinocelular o basocelular», asegura con rotundidad el doctor Agustín Buendía Eisman, presidente del Grupo Español de Epidemiología y Prevención de la Salud en Dermatología, profesor de Dermatología de la Universidad de Granada y asesor permanente de la Academia Española de Dermatología y Venereología en campañas de prevención del cáncer de piel. «Brasil, Inglaterra o Australia las tienen prohibidas y EE UU está en camino. En 2009, la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC) catalogó a las cabinas de bronceado como un agente carcinógeno. En ellas se recibe radiación ultravioleta A concentrada y en menos tiempo, lo que supone un mayor riesgo que cuando se toma el sol», detalla el experto.

Falta de mantenimiento

Pero no solamente es la abundancia, sino también la categoría. El doctor Buendía recalca que muchos usuarios desconocen la falta de mantenimiento de las cabinas de rayos UVA, una situación que conlleva aún más peligro: «Es lo que se conoce como contaminación de las cabinas. Éstas tienen un filtro que no deja pasar la radiación ultravioleta B, un tipo de radiación que puede provocar quemaduras en muy poco tiempo y que daña el ADN, pero con el paso del tiempo este filtro se gasta y en muchas ocasiones no es renovado, principalmente por su alto coste, con el riesgo que ello conlleva para el usuario».

En España, el Real Decreto 1002/2002, publicado en el número 243 del BOE del 10 de octubre de 2002, es el encargado de regular la venta y utilización de aparatos de bronceado mediante radiaciones ultravioletas. Entre otras cosas, especifica que en la cabinas de bronceado no se permite una irradiancia efectiva superior a 0,30 vatios por metro cuadrado ni emisiones de longitudes de onda por debajo de 295 nanómetros, es decir, que no se emita radiación ultravioleta B.

Además, ordena que no se pueden aplicar baños de rayos UVA a menores de 18 años y que las cabinas deben ser manejadas por personas especializadas y formadas, algo que según el doctor Buendía, a veces, no sucede: «No descubro nada si digo que en España hay unos cuántos gimnasios o centros de belleza en los que simplemente necesitas echar una moneda a la cabina para darte una sesión de bronceado. Yo no soy legislador y no está en mi mano prohibir el uso de las cabinas de Rayos UVA, pero al menos creo que en este país se debería advertir, como se hace en las cajetillas de tabaco, del riesgo potencial que hay de desarrollar un cáncer de piel cuando una persona decide tomar un baño de bronceado. Creo que un eslógan de un impacto social similar al ‘Fumar mata’ en las cabinas de rayos UVA sería una buena idea».

En el año 1965, el famoso epidemiólogo británico Austin Bradford Hill estableció nueve criterios para determinar la relación causal de una enfermedad, desarrollados en el contexto del tabaco y el cáncer de pulmón. Bien, pues en el caso de las cabinas de bronceado, se cumplen ocho de los nueve: «Estoy totalmente de acuerdo con él. Son muchos los estudios científicos que avalan su teoría y que han demostrado que una sesión de cinco minutos en una cabina de rayos UVA aumenta el riesgo de desarrollar un melanoma en un 19 por ciento (para usuarios habituales que reciben diez o más sesiones), y en un 5 por ciento para usuarios ocasionales (que reciben menos de diez sesiones). El nivel de radiación ultravioleta puede llegar a ser diez veces más alto que un día de verano en el Mediterráneo», asevera el doctor Buendía.

Según el experto, en los últimos cincuenta años, la incidencia de un melanoma se ha multiplicado por cuatro, pasando de tres y cuatro casos por 100.000 habitantes y año a entre diez y quince casos, con especial repercusión en las mujeres. Esta tendencia, propia de países como España, Francia o Italia, se va a mantener e, incluso, aumentar en las próximas décadas, entre otras cosas, por el «indiscriminado uso de las cabinas de rayos UVA que se realiza en la adolescencia, lo que incrementa considerablemente el riesgo de desarrollar un cáncer de piel en edad adulta». Por eso, el doctor Buendía concluye: «La población tiene que cambiar las creencias y conductas. El bronceado no es sinónimo de salud ni de belleza, sino un mecanismo de defensa de la piel ante una agresión externa».

Via elcomercio.es

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