La llegada de un nuevo integrante a la familia trae cambios. Uno de los miembros más afectados suele ser la mamá.
La llegada de un nuevo integrante a la familia es un evento maravilloso, tanto así que olvidamos que al tratarse de un cambio éste genera una crisis en el sistema familiar, al cual cada miembro debe adaptarse.
Uno de los miembros con mayor afectación (en el sentido en que puede presentar sintomatologías de una enfermedad de tipo afectiva) es la madre, puesto que es el más directo y por lo tanto más sensible a todas las perturbaciones que se están generando entorno al bebé.
Estas perturbaciones pueden ser externas e internas y estar ligadas a los cambios en las rutinas, en los hábitos de ocio, en la percepción individual y en relación a la pareja. Sumados a los cambios hay otros de tipo químico-orgánicos que se producen luego del embarazo y que se convierten en la mezcla perfecta para provocar lo que se conoce como depresión posparto.
La depresión posparto es un término clínico que se refiere a un episodio principal depresivo asociado al parto. Se la suele confundir con tristeza maternal, sin embargo ésta no se considera un desorden posparto, sino una respuesta normal a las fluctuaciones hormonales. Después del nacimiento del bebé, los niveles de progesterona y estrógeno bajan repentinamente en el cuerpo de la mujer. Los cambios hormonales que toman lugar después del parto alteran la química del cerebro causando un desbalance que afecta el humor, generando así una depresión.
En nuestro país, y en muchos otros de la región, es irrelevante el cuidado y seguimiento psicológico que debería darse a las madres que acaban de dar a luz. Los hospitales sólo se remiten a proteger la salud física de la mujer embarazada, dejando de lado la parte psicológica, que nos confirma una vez más el antiguo paradigma de que los seres humanos somos robots sin sentimientos ni emociones.
Investigaciones han demostrado que la depresión posparto sucede con mayor frecuencia en mujeres que deben hacerse cargo, además del cuidado de su bebé, de todas las tareas del hogar porque el compañero puede estar ausente o bien hacerse cargo sólo del papel de proveedor, dejando a la madre con todas las tareas extenuantes además del cuidado de su niño.
En este sentido, es de vital importancia que todos los demás miembros de la familia se reorganicen, y colaboren con el fin de establecer nuevas rutinas y prioridades que favorezcan a que la madre no tenga la sensación de perder el control, o como vulgarmente diríamos, que piense que todo "esta sobre sus hombros”, siendo la extrema responsabilidad el principal agente estresor que desataría la tristeza, y en mayor grado la depresión posparto.
Por otro lado, ayudaría mucho que la madre escriba un diario reflexivo que la lleve a legitimar sus sentimientos tras la maternidad. En dicho diario la madre podría describir todas las emociones negativas y positivas que ha estado sintiendo durante el día, para luego leerlos por la noche y hacer una pequeña reflexión en las que acepte que son sentimientos normales causados por las nuevas situaciones que está viviendo.
Lo principal de escribir es realizar siempre un proceso catártico que ayude a la madre a ser más consciente con ella misma, a identificar sus emociones y lo que podría hacer para mejorarlas, en caso que éstas sean negativas; a cuidarse más, a darse cuenta de aquello que le está causando dolor para alejarlo de su vida.
El escribir, contar con apoyo de la familia y hacer ejercicios de relajación son algunas de las muchas alternativas terapéuticas que debemos incentivar y promover en nuestra sociedad, con el fin de cuidar la salud mental de” los pilares humanos” encargados de proveer al mundo nuevos y genuinos seres humanos, es decir, las madres.
Via paginasiete.bo
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