Hablemos de la depresión

viernes, 14 de abril de 2017
Este es el lema que la Organización Mundial de la Salud ha escogido para definir el tema central del Día Mundial de la Salud de este año.

Realmente es necesario hablar de la depresión porque aún muchas personas no la consideran ni siquiera una enfermedad, lo que la convierte en una patología oculta y poco comprendida.  No hablamos de estados de ánimo causados por problemas de la vida cotidiana, ni de la tristeza producida por un acontecimiento grave en nuestra vida. La depresión es un problema serio de salud que causa gran sufrimiento entre quienes lo padecen y que además es más frecuente de lo que pensamos: más de 300 millones de personas en el mundo la sufren.

Es importante hablar de la depresión porque uno de los principales obstáculos con los que se encuentran las personas que la sufren es el diagnóstico. Muchas veces no son correctamente diagnosticadas, a la vez que muchas personas que en realidad no sufren depresión son diagnosticadas erróneamente y tratadas con antidepresivos.

Es importante hablar de la depresión porque tiene un efecto devastador en la vida de las personas, en su entorno laboral, familiar y de amistades. Y sin embargo, no tiene la consideración de enfermedad grave que tienen otras que también pueden derivar en muerte o tener efectos importantes en la vida de los pacientes.

Es importante hablar de la depresión porque muchas veces quien no la padece le cuesta entenderla, le cuesta entender que la persona depresiva no tenga ganas de vivir ni de sonreír, que sus hijos no sean motivo suficiente para ver la vida de otra manera, que el amor de sus padres o su esposo no sirva para nada. Y las personas que las rodean llegan un punto que se cansan, las abandonan y a la depresión se le añade el aislamiento. Por eso, en la atención de la depresión, al igual que a cualquier otra enfermedad mental, hay que añadir la atención al entorno que debe convivir e intentar ayudar al enfermo.

Es importante hablar de la depresión, como recomienda la OMS, y explicar que las personas que la sufren no tienen la culpa de este padecimiento, sino que la causa está en el cerebro. La depresión tiene causas ambientales, de herencia genética, disfunciones en la neurotransmisión cerebral, diferencias en la estructura cerebral, niveles de cortisol altos etc.

Es importante hablar de la depresión para evitar su estigmatización social y laboral, producida por un lado por la falta de consideración como enfermedad a la hora de solicitar bajas laborales y su banalización. Sin embargo, la estigmatización viene definida básicamente por tratarse de una enfermedad mental, un concepto que asociamos al miedo y a considerar a quienes las padecen como personas diferentes o extrañas.

Es importante hablar de la depresión porque tiene tratamiento. Por suerte la ciencia ha avanzado mucho en este campo y ha desarrollado tratamientos farmacológicos eficaces, a los que se le pueden añadir una dieta específica o actividades que mejoran la calidad de vida de estas personas, como la musicoterapia, arteterapia, la actividad física, u otras actividades que tienen efectos positivos.

La realidad es que hay que hablar de la depresión sobre todo y por encima de todo, porque estamos hablando de unos enfermos que tienen una característica diferencial: sufren mucho y sufren internamente, desde dentro de su cerebro y de su alma. Tanto que puede conducir al suicidio y hay que recordar que no todas las personas que se suicidan quieren morir, pero todas quieren dejar de sufrir.

Fuente es.aleteia.org

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