El desayuno de los campeones

martes, 26 de enero de 2016
Practicar deporte a primera hora de la mañana hace que los efectos positivos del ejercicio se multipliquen. Entrenar nada más levantarse acelera la eliminación de líquidos, controla la frecuencia cardiaca y encima nos pone de mejor humor para enfrentarnos a todo lo que nos depare el día. Sólo hay que madrugar un poquito más para estar mucho mejor el resto de la jornada, eso sí, la alimentación en este momento del día hay que controlarla al máximo para que no surjan imprevistos durante la carrera.

Muchas veces, y sobre todo en verano, nuestra rutina puede ser modificada y quizás podamos perder el hábito de salir a correr más fácilmente que en otros momentos del año. Las altas temperaturas nos obligan a salir o a primera hora de la mañana o a última de la tarde y en ocasiones eso nos obliga a saltarnos el entrenamiento porque pueden surgir imprevistos (un terraceo espontáneo, un baño en la piscina…).


Por eso es tan recomendable hacer ejercicio nada más levantarse, sólo hay que adelantar un poco la alarma e introducir esta acción en nuestra rutina, a esta hora no se dan imprevistos. El sol aún no calienta, y esa temperatura suave o fresca, nos anima a correr, pero antes, hay que alimentarse. Correr con el estómago vacío no tiene ningún sentido y puede ser hasta peligroso. Necesitamos tener energía para poder rendir.

En función de la distancia y de la intensidad del entrenamiento tendremos que variar nuestra ingesta calórica. Si se trata de una actividad ligera servirá un pequeño tentempié que nos asegurará los niveles mínimos de glucosa en sangre. Pero si nos vamos a pegar un buen entrenamiento habrá que hacer un desayuno más consistente para no quedarnos sin energías a media carrera. Y siempre, siempre, “redesayunar” después del entrenamiento.

Básico es empezar el día tomando algún líquido, ya sea agua, o mejor zumo de frutas (un zumo fresco de naranja es una excelente idea). Vamos a tomar siempre alimentos ligeros, porque necesitamos cargar pilas pero no realizar digestiones pesadas. Si nos pasamos desayunando acabaremos sintiendo dolores en la carrera y no alcanzaremos nuestro objetivo. Y también es importante destacar que el desayuno debemos hacerlo como mínimo una hora antes de salir, aunque lo más recomendable es hacerlo con dos horas de antelación, pero a veces no es posible.

Algunos alimentos muy recomendables para este desayuno son:

    Fruta fresca: sobre todo piña, naranja, manzana y pera.
    Pan tostado: podemos añadirle mantequilla o una crema de cacahuete y también un crema de queso baja en calorías. También podemos tomarnos un sandwich ligero con pavo, por ejemplo.
    Bollos de salvado rellenos de mermelada. Para los golosos, y siempre y cuando el ejercicio que vayamos a hacer sea intenso. Nos aporta mucha energía pero también calorías.
    Yogur: ligero y sabroso, podemos añadirle una cucharadita de germen de trigo y ¡a volar! También van perfectos los frutos secos y las pasas, en medio del yogur, que tendrá que ser desnatado.
    Batidos: Coge la licuadora y prepárate un buen batido a base de banana, yogures, germen de trigo, uvas y miel (la miel sustituye al azúcar, aporta más energia y más nutrientes).
    Cereales: Por ejemplo acompañados de un té verde son una combinación excelente. El té te dará energía y además te ayudará a eliminar las toxinas creadas durante la noche.

Una vez despierto y levantado correr es casi automático. Pero motivarte a poner la alarma una hora y media antes de tu hora, es lo complicado. Tener el material de running preparado al lado de la cama, ayuda y sobre todo en cuanto salgas dos días a correr a primera hora, la cantidad de energía, el buen humor, la mente despejada y el “buen rollo” que desprenderás será lo que te motive a levantarte de nuevo el día siguiente.

Via knowi.es

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