¿Alguna vez se preguntó por qué tiene escalofríos por su espina dorsal
cada vez que se sienta en la silla del dentista o al ponerte el cinturón
en una montaña rusa? Están producidos por una respuesta de miedo
condicionado, que se puede aprender después de una mala experiencia y se
presentan cuando se alcanzan determinados estímulos relacionados con
ese caso.
Si bien este concepto no es para nada nuevo, los científicos
han identificado, por primera vez, una onda cerebral particular que
parece regular en esta respuesta, lo que podría abrir la puerta a nuevos
tratamientos para enfermedades como el trastorno de estrés
post-traumático.
La capacidad del cerebro para aprender y
recordar comportamientos condicionados se ilustra estupendamente por
Ivan Pavlov y sus perros babosos en el siglo XIX, numerosos estudios
posteriores han puesto de manifiesto cómo este fenómeno puede ser
manipulado para provocar el miedo y el hambre. Roedores, por ejemplo,
pueden ser fácilmente entrenados para quedarse atemorizados al escuchar
un tono que han llegado a asociar con una experiencia aversiva como el
dolor.
A pesar de esto, los mecanismos por los que el cerebro
recuerda estas experiencias habían eludido, hasta ahora, a los
científicos. Sin embargo, un nuevo estudio en la revista Nature
Neuroscience finalmente dio una respuesta, lo que sugiere que las
oscilaciones de las ondas cerebrales de una frecuencia particular pueden
servir para crear un estado cerebral “temeroso”, generando
comportamientos condicionados asociados con el miedo.
Estudios
previos han demostrado que este tipo de respuestas relacionadas con el
terror dependen de una interacción entre las regiones del cerebro de la
corteza prefrontal dorsal medial (dmPFC) y la amígdala basolateral
(BLA). Para obtener una comprensión más profunda de este proceso, los
científicos entrenaron a un grupo de ratones para desarrollar una
respuesta de miedo a un ruido, mientras se medía su actividad
neurológica utilizando electrodos que habían sido implantados en estas
regiones de sus cerebros.
Encontraron que, poco antes de la
experimentar miedo en respuesta al tono, las neuronas de la dmPFC
comenzaron a mostrar actividad eléctrica que oscilaba a una frecuencia
de 4 Hertz. Poco tiempo después, las neuronas de la BLA adoptaron la
misma frecuencia, por lo tanto quedaban sincronizada con las de la
dmPFC. Cuando esta oscilación cesó en la dmPFC, los ratones dejaron de
sentir terror, y entonces la oscilación se terminó en el BLA también.
Esto
llevó a los investigadores a concluir que la generación de oscilaciones
4-Hertz en los circuitos prefrontal-amígdala sirve para regular las
respuestas condicionadas de miedo, y que este proceso es impulsado por
el dmPFC.
Para confirmar esto, los investigadores llevaron a cabo un segundo ensayo utilizando ratones que habían sido modificados genéticamente para producir ciertas proteínas sensibles a la luz, que, cuando se activaban por una luz intermitente, causaban que las neuronas del córtex prefrontal medial tuviesen una actividad eléctrica de 4 Hertz. Curiosamente, incluso cuando los ratones no habían sido condicionado para temer un cierto estímulo, las oscilaciones en la BLA quedaron sincronizados con las de la mPFC, haciendo que los ratones experimentasen miedo.
Las ondas cerebrales de 4 Hertz entran en la categoría de las ondas theta, que van del 3 al 8 Hertz y han sido previamente asociadas con los procesos implicados en el aprendizaje y la memoria. Sin embargo, mediante la identificación de la frecuencia específica y el circuito involucrado en la obtención de respuestas condicionadas al miedo, los autores del estudio esperan haber desbloqueado una vía clave para el tratamiento de las personas con una amplia gama de trastornos relacionados con el miedo.
Via blog.diagnostrum.com
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